Agua Óptima
- Leonardo Wild
- Jun 8, 2020
- 4 min read
Por Leonardo Wild

Antes que nada, es necesario definir cuáles son los beneficios directos de agua considerada óptima para el consumo humano.
Curiosamente, agua que se considera óptima para el consumo humano, resulta que no es apta para los patógenos. Y asimismo, existen aguas que son excelentes para bacterias y patógenos, y otras donde estos no pueden sobrevivir o reproducirse.
Viéndolo de otra manera, lo que es perjudicial para una especie, puede no serlo para otra.
Esto depende de las características de cada especie.
Aunque los humanos como especie somos muy resistentes y capaces de adaptarnos a muchas situaciones extremas (incluyendo tipos de agua que podrían ser consideradas poco saludables), el corolario es que hay ciertos parámetros que hacen que un determinado tipo de agua no sólo sea apta (o no tóxica), sino que puede llegar a ser óptima para la salud. El problema es que este tipo de "agua ideal" no ha sido muy estudiada, y existen muchas creencias o inclusive "estudios" que "demuestran" que cierta marca de agua es "el agua ideal" sin que realmente sea cierto.
Estamos tan acostumbrados a ingerir agua que no es óptima (inclusive a veces ni siquiera apta), y existe tan poca información en cuanto a qué tipo de agua es de hecho y realmente óptima, que no creemos en los efectos potencialmente "milagrosos" de aguas con cualidades tan beneficiosas que inclusive se las podría catalogar como "aguas curativas".
Lo "milagroso" y "curativo", sin embargo, no es más que parte de una percepción provocada por nuestra falta de conocimiento de cuáles son las funciones del agua en nuestro cuerpo (así como en la vida en general), y cuáles son las aguas que permiten a nuestro organismos a entrar otra vez en equilibrio fisiológico. Cada vez que bebemos agua que es menor a óptima, nuestro cuerpo hace ajustes para que esta agua pueda ser asimilada. En otras palabras, el organismo procede a "regular" los diferentes parámetros del agua ingerida para que literalmente no "haga daño" y logre, en mayor o menor grado, hidratar los órganos más importantes.
El pH del agua es un ejemplo típico de cómo desconocemos el tema de la asimilación del agua y de las necesidades reales del organismo humano. El torrente sanguíneo en los seres humanos no puede tener un pH que sea inferior a un valor de 7,35, o mayor a 7,45. Si el agua que bebemos tiene un pH menor o mayor a estos valores, el organismo necesariamente tendrá que regularlo antes que pueda entrar en el torrente sanguíneo.
Otro valor bioeléctrico se refiere a la conductividad del agua. Si tomamos agua que tiene poca conductividad (debido a que carece de minerales), nuestro sistema digestivo tendrá que agregar sales minerales tales como el sodio, el potasio y el magnesio, entre otros, lo cual permitirá subir la conductividad del líquido a los niveles necesarios para que ingrese en el flujo sanguíneo. O, a su vez, si el agua tiene demasiados minerales, estos minerales tendrán que ser filtrados, extraídos, y reubicados en el organismo por medio de soluciones en el tracto digestivo, y de órganos como los riñones y el hígado, para ser "colocados" en algún lugar (como en los huesos y las grasas) donde no hagan daño o para su uso futuro. Minerales que no se encuentran en un estado que puedan asimilarse fácilmente (o están presentes en demasiada cantidad), provocarán desequilibrios que podrían generar acumulaciones de minerales como piedras en los riñones, barros en la vesícula —los conocidos "cálculos renales"—, y otros menos conocidos que llegan a acumularse en el hígado.
Estos son sólo ejemplos de cómo agua que no es óptima debe ser "ajustada" para que pueda entrar en nuestro organismo por medio del flujo sanguíneo.
Al forzar al organismo a reacondicionar el agua que ingerimos de forma regular y constante, creamos desequilibrios a mediano o largo aunque lo volúmenes de agua ingerida sean los recomendados.
Otro factor influyente en el trabajo que el agua debe hacer en el organismo es el de portar oxígeno. Esto ocurre por medio de los glóbulos rojos de la sangre, que están suspendidos en el plasma sanguíneo, del cual un 92% es agua. Si el agua que contiene y disuelve los minerales carece de los minerales necesarios, no será capaz de transportar los nutrientes y los gases necesarios de manera eficiente, ni de transferirlos hacia el interior de las células a través de las membranas celulares.
Este proceso de hidratación intracelular puede ocurrir tan solo si el agua tiene la estructura adecuada y la carga iónica capaz de facilitar el intercambio de protones, que son los que viajan a través de las membranas de las células. En otras palabras, Las moléculas de agua tienen que estar en un estado bioeléctrico específico para que la sangre pueda hacer su trabajo.
Por lo tanto, el tipo de bebidas que se tiende a ingerir en lugar de beber agua —aunque sean consideradas aptas—, pueden contener elementos que inhiben o hasta impiden el transporte de los nutrientes y la remoción de toxinas, procesos básicos de una hidratación apropiada. Inclusive, algunos de los elementos presentes en ciertas bebidas activan procesos de deshidratación, como ocurre con las bebidas diuréticas, que si bien pueden tener una función medicinal, no son un reemplazo del agua.
No es de extrañar, entonces, que cuando se ingiere agua en su estado óptimo para el consumo humano, los efectos beneficiosos para la salud pueden inclusive ser inmediatos (y vistos como milagrosos) al suplirse las necesidades de hidratación de ciertas partes del cuerpo en muy poco tiempo, especialmente si se encuentran en estado de deshidratación aguda. Así, ciertas "enfermedades" (que no eran más que síntomas de deshidratación crónica o aguda) logran "desaparecer" en poco tiempo y como "por arte de magia¨.
Si se busca una analogía, no es nada milagroso que un desierto, cuando cae la lluvia, florezca. No es para sorprenderse, entonces, que al ingerir el agua apropiada para el organismo humano, células, tejidos y órganos que estaban sufriendo de hipo-hidratación, vuelvan a cumplir con sus funciones biológicas, algunas de forma casi inmediata, otras más afectadas en un plazo algo mayor.
Se puede ver, entonces, que la hidratación es la clave para una mejor salud, y una agua óptima la clave para una mejor hidratación.
Comments